sábado, 10 de enero de 2009

Y ahora, ¿quién podrá defendernos?

A mis hijas les encanta volar. La emoción de subir en un avión es impresionante. Un adulto ya lo ve aburrido (especialmente porque en nuestro país, para llegar a la capital desde Guayaquil, el vuelo dura 35 minutos; pero por la ineficiencia de las aerolíneas, tienes que estar una hora antes para alcanzar cupo, cuando tu demoras, que pena, cuando son ellas, tienen disculpas, pero bueno, eso es otra historia). Porque menciono este tema, es que como padre, me hubiese dado vergüenza que mis hijas suban al recién estrenado avión presidencial, al que ubicaron a un grupo de niños el mes pasado, CON ZAPATOS QUIRURGICOS PARA NO ENSUCIAR DONDE NUESTRA MAJESTAD VIAJA. Otros tantos millones (30, para ser exactos) fueron a parar a otro país, una importación del Presidente Correa, que ahora nos quiere eliminar la opción de elegir el carro, perfume o caramelo a comer.

Se nota claramente la falta de experiencia administrativa de este señor. No sabe que los ejemplos positivos deben copiarse, así sean de la competencia.

Hace 15 años, saque mi primera cédula. Hace 10, la cambie por mi matrimonio. Perdí 10 horas en cada una, esperando hacer las cosas como me enseñaron. No me arrepiento, ya que no caí en la tentación de entregar un valor a cambio del dichoso documento. En el cambio de hace 10 años, como la copia de mi título universitario no estaba notarizada, seguí siendo un estudiante en dicho documento. Todo esto paso en el Registro Civil estatal. Hace 2 años me toco cambiar por la calidad de dicho documento, una nueva cédula de identidad, en el Registro Civil Municipal, denominado adecuadamente, Corporación Registro Civil. Entre el pago ($10) en un banco dentro del mismo edificio, a que me atendieran, "desperdicie" 17 minutos. Luego, fui atendido por una amable señora, que confirmo mis datos. Los tenían actualizados, ya era economista (sin tener que llevar el título), sabían de mi esposa y mis 3 hijas, mi dirección de trabajo, teléfono, etc. Firme digitalmente, y trataron de hacer el milagro que me vea bien en la foto, con 5 tomas, sin enojos ni apuros. Diez minutos en el módulo de atención y otros 10 para que entreguen el documento final, con chip y códigos. Tiempo invertido:37 minutos en aire acondicionado y $ 10. Una maravilla. En agosto, recibí la visita de dos colegas de Quito. En medio de la reunión, recibió una llamada, requerían una copia de su partida de nacimiento en las siguientes cuatro horas, bajo pena de una fuerte multa por parte de una institución estatal a su empleador, un banco. Desesperado, el no sabía que hacer. Le dije, tranquilo, te encuentras en Guayaquil. Tres dólares, una mensajero y 30 minutos después la dichosa copia de su documento, en una calidad de papel que servirá hasta fin de sus días. Vió las maravillas de nuestra ganada "autonomía" y felicito a la ciudad por el cambio. Pero, para continuar con el quebranto de la voluntad y fe de días mejores, el Gobierno de la "Corrupción Ciudadana" nos anuncia que revertirá al calbildo la competencia del Registro Civil, ya que van a "modernizar el servicio", entregando el edificio de Filanbanco (no soy perito avaluador, pero ese edificio en pleno centro de la ciudad, cuesta por lo menos 10 millones de dólares). No solo que vamos a regresar al asco de Registro que todavía se mantiene, sino que van a ponerlo en el centro bancario de la ciudad, me imagino para que se parezca a las ciudades subdesarrolladas de Africa (con el perdón de ellas) en los cuales están vendedores, trámitadores, usuarios y animales en el mismo sitio.

Cuando suceda esto, simplemente esperaré, que cada guayaquileño invoque al Chapulín Colorado, porque no veo quién más pueda defendernos del dictador de turno.

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